viernes, 13 de noviembre de 2009

DEMASIADA PRESION


A veces odiar,
a veces amar.

Cuestionándome el tiempo perdido,
mientras junto botellas muertas
en una bolsa de Carrefour.
Afuera,
puedo oír cómo se mueve el mundo,
detrás de una puerta que me guarece
hasta volverme invisible…

Anoche entré a un bar.
A uno cualquiera, ¿sabés?
En ciertas ocasiones se me da
eso de sentarme a la barra,
con mi agenda llena de garabatos,
junto a alguna mujer
y jugar a que algo va a ocurrir...
Pero nunca ocurre nada.
Y esta vieja que sale de alguna parte
gritando:
“¡Denme mi bolso, denme mi bolso!”
Y el tipo gordo al otro lado de la barra
que dice:
“¡No hasta que pague los 15$ que debe!”

“¡Denme mi bolso!”

Junto a mí hay una mujer de unos 40 años.
Pelo muy largo y labios pintados
de un espantoso color marrón.
Ella me sonríe...

“¡Denme mi bolso!
¡Mi bolso!”

Demasiado griterío,
demasiada violencia...
La mujer cruza sus piernas
hacia mi lado,
hermosas y largas,
envueltas en un nylon de oro...

“¡Pague lo que debe o llamo a la policía, señora!”

Demasiada presión.

Pagué mi copa y salí a la calle...
Quizás tuve que haber pagado lo que la vieja debía,
pensé.
No para aparentar ser el héroe de nadie,
sino para sentirme bien...

A veces odiar,
a veces amar.

Sonreírle a la sombra
que se desliza bajo mi puerta.
Pedazos de amanecer…
Juntar las botellas desperdigadas
sobre la alfombra gris,
sacar la basura al palier,
regar las flores del balcón.
Perderme entre la desesperada multitud...
Otra vez.
Y otra vez.

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