jueves, 12 de noviembre de 2009

EL HOMBRE QUE SE AHOGA

Entrás por mi ventana
a mitad de la noche,
con tus pupilas brillantes
y esas muñecas que siempre sangran.

Sigo tus movimientos,
te observo,
recorriendo la habitación oscura
como un gato cauteloso.
Te tomo entre mis brazos,
te elevo
e invento un nuevo sueño,
lejos de esos ejércitos desesperados
que marchan constantemente en mi cabeza…

Es que parecés tan orgullosa
intentando rescatar
a ese hombre que se ahoga…

Pero sé que estaba en un error
cuando dije que podría manejar tu juego.
El de tu altruismo vicioso.
Lo supe desde un principio
aunque nunca pude decir “basta”.
Y es que ciertas cosas jamás cambian…
Como ese hombre,
que siempre termina ahogándose.
Mientras que vos,
sólo continúas huyendo.

No hay comentarios: