jueves, 12 de noviembre de 2009

PIEDAD

En noches como ésta
no pido demasiado de la vida.
Quizás una rica cena,
un buen vino,
algo que ver en la tele
y que no me rompas el corazón.

Camino como un tonto
de un lado a otro de la ciudad,
pensando en qué decirte.
Nunca fui bueno con las palabras,
pienso.
Y quizás hoy no aprenda a serlo.
Doy vueltas a tu manzana
como un trompo de nadie,
una, dos, tres, mil veces.
Hasta que me animo y toco a tu puerta.
Sé que lo voy a arruinar.
Llego con las manos vacías
y eso está mal.
Una botella de vino hubiese sido lo correcto.
Ya sabés,
siempre rompe el hielo.
Entonces me siento a la mesa
mientras vos planchas.
Y sin saber aun qué decir,
pienso:


“El mundo está lleno de muerte,
odio y maldad.
Y la vida es lo suficientemente corta,
triste y torpe.
Y entender eso debería bastar
para que las personas se amasen mutuamente.
Pero no,
estamos demasiados ocupados en nuestros asuntos.
Cuadros dentro de cuadros.
Reímos,
lloramos,
cantamos bajo la lluvia…”
Mientras vos planchas,
mientras yo te observo.
Sin palabras,
ni aliento,
ni esperanzas.
Rogando dentro de mí
un poco de piedad.
No sé,
“juguemos a que nuestro amor está intacto
y que nuestras diferencias no son tan importantes…”
Y las palabras que brotan de tus labios
como de tu vientre,
y todo aquello que no quería oír
suena como un eco salvaje.
Rebota por las paredes,
se arrastra por el piso,
me toma de los tobillos
y comienza a subir
lentamente
por mi espina dorsal.
Y lo escucho y lo entiendo.
Y todo se vuelve vacío.
Un triste silencio de tumba...
Por un segundo no siento nada
y trato de pensar en cualquier cosa.
En algo que me saque de ahí:
“Una temerosa araña pende de su tela.
Los gatos arañan la puerta,
afuera sopla el viento
y es un viento frío...”
Pero nada cambia las cosas,
así como no las cambia el sol o la luna.
Sólo sigo en el mismo lugar
observándote tristemente
mientras me rompés el corazón.
Quizás
en algún lugar del planeta
alguna pequeña nación
esté perdiendo su independencia.
Quizás
miles de miles de kilómetros de selva
estén siendo arrasados
por alguna máquina bestial.
Tal vez
en alguna parte del desierto
un niño esté pisando
desafortunadamente
una bomba de tierra
y haya volado en pedazos pequeños.
Quizás todo haya explotado en pedazos pequeños.
La tierra, el aire y el cielo.
Pero realmente,
en este momento,
nada de eso me importa.

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