viernes, 13 de noviembre de 2009

¡ESTOY MURIENDO!

Telefoneé a Débora. El teléfono sonó 4 veces: ring, ring, ring, ring. Entonces atendió:
– ¿Sí?
– Soy yo, Iván.
– Ah, ¿qué pasa?
– Nada, sólo quería contarte que fui al médico y que me dio una noticia terrible...
– ¿Sí?
– Sí. Dice que estoy muriendo...
– Bueno.
Entonces se produjo el silencio. El mismo silencio que no hubo de producirse cuando dije “estoy muriendo”.
– ¿Bueno? ¿Qué significa bueno? – dije indignado – ¿No te importa?
–No sé qué esperabas oír...
–Olvidate –dije y corté.
Fui a la heladera y abrí una cerveza. En la tele estaban dando un partido de la liga femenina de voley. Mujeres jugando al voley... Apagué la tele y salí al balcón. Era una noche calurosa, sin estrellas. El semáforo de la esquina titilaba en amarillo. Y otra vez amarillo. ¿Qué había pasado con todo lo supuestamente aprendido? No sé.
Acabé mi cerveza y volví a entrar. Fui al baño y me lavé los dientes. Puse el despertador a las 7. Me metí en la cama y dormí, dormí. Creo que soñé con algo.
A la mañana siguiente estaba realizándome estudios médicos para entrar a trabajar en una clínica, o algo así.
Los resultados fueron exitosos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

estas muerto!
poca calidad se nota que te tomas la literatura como una distraccion pero sos predecible y aburrido, estudia un poco y vas a escribir mejor